martes, 9 de junio de 2015

66 mensajes de 3 conversaciones

Aquel paseo a la luz de la luna, los dos juntos, con su luz reflejando la exagerada blancura de mi piel  y el escaso sentimiento de mis ojos. Tu mirada, penetrante hacia mi corazón, desechada por mi silencio. Nuestros pasos, descoordinados, marcando el ritmo de alguna canción olvidada. Tu cálida mano agarrando mis helados dedos, casi inertes. "Qué frío hace", pensaba yo, mientras tu pelo ondeaba con el ligero viento que acompañaba a la oscuridad y una estúpida sonrisa inundaba tu cara mientras me observabas de reojo. El camino, cada vez más largo y aburrido, hacía latir tu corazón más rápidamente mientras el mío marcaba el compás de alguna sonata fúnebre que nadie había vuelto a tocar desde hacía mucho tiempo. Tus pupilas: dilatadas, mis párpados: pesados, y la noche, fría, oscura e impasible, mirándonos desde arriba con prepotencia.
Nunca me había sentido tan muerto, pero más muero ahora que no te tengo para matarme, más muero ahora que recuerdo aquel paseo y cada uno de sus segundos de agonía  y que me doy cuenta de que es solo eso, un recuerdo, y que ya no estás conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario